“El que espera
desespera”
Muchas son las veces que
he escuchado estas palabras y hasta hace poco descubro su trasfondo. Cuando nos
mantenemos en un estado de espera y no llega lo que estemos esperando, se
derrumban todas nuestras ilusiones y la ansiedad acumulada durante ese estado,
aparece en forma de llanto, rabia y frustración.
Hoy, ya he aprendido a
dejar que las cosas fluyan, claro que sin abandonar el trabajo diario que te
acerque al objetivo. Pero mi forma de ver lo que hago es sin expectativas, sin
esperar que suceda de una u otra forma sino disfrutando y dando gracias por lo
que a mí llega en cada momento.
Siguiendo este
pensamiento, cada día se convierte en un regalo, en una sorpresa que llega de
forma inesperada. Siguiendo este pensamiento, me he dado cuenta que quien más
me exigía en la vida era yo misma. Y ya llegó el momento de relajarme y dejar
de autoexigirme día tras día haciendo de mi vida y mis proyectos una obligación
cuando mi única obligación es la felicidad. Es momento de disfrutar las cosas
como vienen y aprender de cada una de ellas…
¡Salud y Saludos!
Cristina Rivero